ARTE DE TURQUIA

 

ARTE DE TURQUIA

El arte turco se refiere a todas las obras de arte visual originadas en el área geográfica de lo que hoy es Turquía desde la llegada de los turcos en la Edad Media. Turquía también fue el hogar de mucho arte significativo producido por culturas anteriores, incluidos los hititas, los antiguos griegos y los bizantinos. arte otomano es, por lo tanto, el elemento dominante del arte turco antes del siglo XX, aunque también contribuyeron los selyúcidas y otros turcos anteriores. Los siglos XVI y XVII generalmente se reconocen como el mejor período para el arte en el Imperio Otomano, en gran parte asociado con la gran corte imperial. En particular, el largo reinado de Suleiman el Magnífico de 1520 a 1566 trajo una combinación, rara en cualquier dinastía gobernante, de éxito político y militar con un fuerte estímulo a las artes.

Los nakkashane, como ahora se conocen generalmente los talleres del palacio, fueron evidentemente muy importantes y productivos, pero aunque hay una buena cantidad de documentación sobreviviente, queda mucho por aclarar sobre cómo operaban. Operaron en muchos medios diferentes, pero aparentemente sin incluir cerámica o textiles, con los artesanos o artistas aparentemente una mezcla de esclavos, especialmente persas, capturados en la guerra (al menos en los primeros períodos), turcos entrenados y especialistas extranjeros. No estaban necesariamente ubicados físicamente en el palacio y es posible que hayan podido realizar trabajos para otros clientes además del sultán. Muchas especialidades se transmitieron de padres a hijos.

La arquitectura otomana desarrolló estilos islámicos tradicionales, con algunas influencias técnicas de Europa, en un estilo muy sofisticado, con interiores ricamente decorados con azulejos de colores, vistos en palacios, mezquitas y turbe mausoleos.

Otras formas de arte representaron desarrollos del arte islámico anterior, especialmente los de Persia, pero con un carácter turco distintivo. Al igual que en Persia, la porcelana china fue coleccionada con avidez por la corte otomana y representó otra influencia importante, principalmente en la decoración. La miniatura otomana y la iluminación otomana cubren los elementos figurativos y no figurativos de la decoración de los manuscritos, que tienden a tratarse como géneros distintos, aunque a menudo se unen en el mismo manuscrito y página.

El reinado de los otomanos en el siglo XVI y principios del XVII introdujo la forma turca de caligrafía islámica. Esta forma de arte alcanzó el apogeo de su popularidad durante el reinado de Solimán el Magnífico (1520-1566). Tan decorativa como comunicativa, Diwani se distinguía por la complejidad de la línea dentro de la letra y la estrecha yuxtaposición de las letras dentro de la palabra. La hilya es una hoja iluminada con caligrafía islámica de una descripción del profeta Mahoma. La tughra es una firma formal elaboradamente estilizada del sultán, que al igual que la hilya realizaba algunas de las funciones de los retratos en la Europa cristiana. Las cubiertas de los libros también estaban elaboradamente decoradas.

Otros medios importantes se encontraban en las artes aplicadas o decorativas en lugar del trabajo figurativo. La cerámica, especialmente la cerámica de İznik, la joyería, las tallas en piedra dura, las alfombras turcas, los textiles de seda tejidos y bordados se producían con estándares extremadamente altos, y las alfombras en particular se exportaban ampliamente. Otro arte turco va desde el trabajo en metal, la madera tallada y los muebles con incrustaciones elaboradas hasta el tradicional Ebru o el marmoleado de papel.


Siglos XVIII al XX

En los siglos XVIII y XIX, el arte y la arquitectura turcos se vieron más influenciados por los estilos europeos contemporáneos, lo que llevó a detalles demasiado elaborados y quisquillosos en la decoración. La pintura de estilo europeo tardó en adoptarse, con Osman Hamdi Bey (1842-1910) durante mucho tiempo como una figura un tanto solitaria. Fue miembro de la élite administrativa otomana que se formó en París y pintó a lo largo de su larga carrera como administrador principal y curador en Turquía. Muchas de sus obras representan los temas del orientalismo desde dentro, por así decirlo.

Siglo 20 y en adelante

En Turquía se ha producido una transición de las tradiciones artísticas islámicas bajo el Imperio Otomano a una orientación occidental más secular. Los pintores turcos modernos se esfuerzan por encontrar sus propias formas de arte, libres de la influencia occidental. La escultura está menos desarrollada y los monumentos públicos suelen ser representaciones heroicas de Atatürk y acontecimientos de la guerra de independencia. La literatura se considera la más avanzada de las artes turcas contemporáneas.
La sociedad de pintores otomanos surgiría a raíz de todos estos movimientos en 1909. En 1914 se fundaría a su vez una Escuela de Bellas Artes para Mujeres. Más tarde, en los años veinte, los artistas turcos enviaron a Europa trajeron al país el cubismo y el expresionismo. El primer Museo de Arte Moderno se abre a finales de los años treinta en Besiktas, Estambul. De esa época son también los Yurt gezileri, viajes en el país con los que se pretendía que los artistas vivieran y trabajaran en diferentes partes de Anatolia para extender el arte y la cultura moderna. La influencia, sin embargo, fue mutua.

Entre 1938 y 1944 el sucesor de Mustafá Kemal Atatürk, Ismet Inönü, sería en la práctica esta especie de programa cultural. Se promocionaron los viajes al extranjero de los artistas turcos y se trajeron instructores de otros países. En esta época se dio también un importante espaldarazo a la escultura. Con la revolución kemalista que pretende situar a Turquía en el club de “las naciones más civilizadas” se promoverá la escultura, la pintura, la música y la arquitectura occidental. Aparecerán estatuas en los edificios y en las plazas de los pueblos representando figuras humanas que rememoran la batalla de la independencia turca, elogian a Atatürk o representan la imagen del hombre nuevo, moderno.El arte se convirtió al mismo tiempo en símbolo e instrumento de las reformas modernizadoras del proyecto kemalista. Su capital con el tiempo siguió siendo Estambul, ciudad que no ha perdido su aire cosmopolita, y cuya localización geográfica y desarmante y hedonista belleza es y ha sido un marco incomparable de inspiración. Todo ello a pesar de que Ankara estaría en su configuración como capital del Estado un símbolo de la recién conformada Turquía, moderna, organizada y lineal, en contraste con la capital otomana (Marika Sardar, “Art and Nationalism in Twentieth-Century Turkey”. Cronología de la Historia del Arte Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, 2000. Octubre 2004). Durante los años cincuenta y sesenta los artistas en Turquía desarrollaron formas de expresiones abstractas tomadas de Europa, al mismo tiempo que se produjo un redescubrimiento de formas más tradicionales de arte turco, incluyendo la caligrafía. En las décadas siguientes los artistas experimentaron con una gran variedad de tendencias.

                La situación política, muy polarizada entre los años sesenta y setenta, hará que la creación puramente artística sufra una especie de ostracismo en el que da la impresión, como explica el instructor en la Universidad Yeditepe y de la Universidad Bilgi, Marcus Graf (comisario de exposiciones de la Galería Siemens y director artístico de “Under Construction” en Estambul) de que no ocurre nada relevante. Sin embargo, a finales de los años setenta, el mercado artístico comienza a de-sarrollarse, y en 1987 tiene lugar en Estambul la primera bienal, que se transformará en un foro internacional que atraerá a artistas de todo el mundo bajo un lema común y que irá incorporando las nuevas técnicas audiovisuales a sus exhibiciones.

Precursora de esta Bienal es la IKSV, Fundación de Estambul para el Arte y la Cultura, además de promotora del Festival Internacional de Cine que se celebra en Estambul con carácter anual, de su Festival de Jazz, que deja momentos mágicos como escuchar jazz en un barco cruzando el Bósforo, o del Festival Internacional de Teatro. Estambul se abre al mundo y pretende ser un lugar de encuentro, ¿pero se abre el mundo a los artistas turcos? Pocos son los que han logrado fama internacional, como Kutlug Ataman, Serkan Özkaya, Leyla Gediz o Haluk Akakçe. Graf también señala que, curiosamente, en el arte turco la mujer ocupa un lugar más relevante que en otros países, a pesar de que en otros ámbitos de la sociedad tenga una posición más débil.

En las universidades, por ejemplo, tanto entre el profesorado como entre el alumnado tienen una fuerte presencia que contrasta con la más escasa que se da en Alemania. La mayoría de los comisarios de exposiciones son también mujeres. Gran parte de los jóvenes artistas, por otro lado, se decantan por un lenguaje más internacional, muchos de ellos tienen miedo a ser tachados de orientalistas. Sin embargo, no faltan aquellos que se nutren de motivos “puramente otomanos, orientales o turcos” y los deconstruyen y los usan como motivo de reflexión o ironía, o aquellos que rescatan la esencia de Anatolia o se nutren de historias propiamente locales. Así tenemos a autores como Halil Altindere o Esra Ersen. Los artistas se quejan del limitado y poco contrastante empuje que desde el Estado se da a la promoción de la educación y de la cultura en general,

En Estambul se ha abierto recientemente el Museo de Arte Moderno. Situado junto al Bósforo, cuenta con una exposición permanente y otras temporales y en él se puede ver el trabajo de un amplio abanico de artistas turcos. El museo tiene además una comisaria española, Rosa Martínez. Por otra parte se han hecho algunos intentos de llevar el arte a la calle, como la propuesta de promover exposiciones en determinados barrios y colegios, con el objeto de sacarlo de su ámbito habitual y acercarlo a públicos diferentes. En cuanto a literatura, la entrega del Premio Nobel en esta categoría al escritor turco Orhan Pamuk ha promocionado sus libros, pero también han revitalizado el interés por otros autores turcos. Pamuk nos acerca en sus libros la mentalidad de una burguesía de clase media acomodada, educada en parámetros europeos,

También ha reflejado el pasado otoño en alguno de sus libros y cuestiones de gran actualidad política y social como las tensiones no resueltas del laicismo y la secularización con el islamismo que muestra en Nieve, que a pesar de ser un libro con un alto contenido político, es marcadamente poético e intimista. Yasar Kemal, de origen kurdo, es el otro gran autor famoso de Turquía, un serio y eterno candidato al Nobel. Su gran protagonista suele ser el campesino de Anatolia y su obra Mehmet el Halcón es todo un clásico. El escritor estuvo encarcelado por sus ideas comunistas y por su defensa de los derechos de los kurdos.

En cuanto a la música, la película documental de Fatih Akin, Crossing the Bridge, puede servir de introducción, puesto que refleja la gran variedad musical en Turquía en la actualidad, con ejemplos que van desde el rap de Ceza, al rock suave y desgarrado de Duman, pasando por la mítica Sezen Aksu o la voz en kurdo de Aynur, grabada en el incomparable marco de un hamam. Son solo algunos de los muchos grupos y solistas que hacen de la música en Turquía sin duda una de sus joyas culturales más preciadas, donde brillan la voz de Sebnem Ferah en rock o el variado folk de Anatolia recogido e interpretado por Kardes Türküler entre muchos otros . Son muy variados los grupos y tendencias que se reflejan en el documental de Fatih Akin que de nuevo atrapa no solo el oído sino la vista al contar con Estambul como marco aglutinador donde todo es posible.

El cine sufre el mismo problema que el resto de la producción artística en Turquía, la falta de fondos, pero a pesar de eso tiene una larga y consistente trayectoria a sus espaldas, en la que se han reflejado las vicisitudes de cada época, el sentido del humor y del drama turco, así como cuestiones políticas, históricas, sociales, que dan buena cuenta de las transformaciones que ha sufrido el país a lo largo de las últimas décadas. El cine no escapó a su lado más comercial en las décadas de los sesenta y setenta. A los melodramas de los años sesenta con historias de amor simples y típicas, de vestimenta moderna pero con un fuerte sentido del conservadurismo moral, le siguieron escenarios de melodramas musicales, de estilo arabesco, y un mayor contenido erótico que pretendía atrapar a un público más masculino .

Películas como Yol (El camino) serán testigo de la dureza de aquella época. En la actualidad, el cine turco sigue ampliando su registro y es capaz de mostrar con frescura y un estilo propio los conflictos de las nuevas generaciones, como en Iki Kiz, (Dos chicas), o en Oyun (La obra) que retrata la vida de nueve mujeres protagonistas de una obra de teatro en un pueblo, mostrando con sentido del humor algunos de los principales problemas de las mujeres en Turquía. La película Even donüs (Regreso a casa), de reciente estreno, vuelve al escenario del golpe de Estado de 1980 y Beyza?? nin Kadinlari (Las mujeres de Beyza) se adentra en los escenarios de los asesinatos en serie. Son solo algunos ejemplos de una industria cinematográfica que, aún con muchas limitaciones, es capaz de producir películas con un sello propio y al mismo tiempo,

Anlat Istanbul (Cuenta Estambul) recoge varias historias basadas en cuentos clásicos de la literatura infantil que tienen por escenario una noche en Estambul, aunque sus protagonistas reflejan historias actuales de cenicientas travestis y blancanieves con madrastras mafiosas, o un flautista de Hammelin engañado por su mujer . En los últimos años ha destacado Fatih Akin, de origen turco y nacionalidad alemana, que ha sabido contar con gran contundencia los dilemas y contradicciones de las nuevas generaciones de turcos que viven en Alemania. Es obligado mencionar la película Kurtlar Vadisi (El valle de los lobos), que contó con un presupuesto económico con gran dificultad que el de una película turca habitual y, a pesar de su forzado y grotesco guión de buenos y malos, fue un éxito de taquilla .


Por último, sería interesante hacer una mención especial a Estambul, un escenario esencial para todos los movimientos artísticos y culturales destacados aquí o que nos hemos dejado en el tintero por falta de espacio. Una obra de la naturaleza y del arte en sí mismo, a pesar de su insuficiente restauración y de sus muchas destartaladas y míseras calles que conviven con la más exquisita bohemia, un glorioso pasado otomano y bizantino y toques neoyorkinos y franceses. Un mayor movimiento social está intentando promover una necesaria descentralización de la producción cultural en el resto del país, y uno puede encontrarse con gratas sorpresas en la Capadocia o en Diyarbakir, pero aún queda mucho por hacer para expandir y promover el arte, la cultura en Turquía, disfrutando Estambul por ahora de un distintivo y marcado empuje.


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